Importancia de los humedales, secuestro de carbono un atenuante para el cambio climático
Mucho se dice actualmente de la importancia de conservar los humedales, pero ¿Qué es un humedal? Y más aún ¿Por qué son tan importantes? Los términos humedales se refieren a una gran variedad de ecosistemas que comparten una característica común, todos tienen áreas que se inundan temporalmente. En estos ecosistemas el agua subterránea aflora en la superficie o en los suelos de baja permeabilidad cubiertos de agua poco profundas. Independientemente que sean hábitats interiores, costeros o marítimos el agua juega un papel estelar respecto de su función ecológica.
Existen muchas definiciones de humedales y se clasifican según su función ambiental. La convención sobre humedales los define como: “las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de agua, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”. En esta definición quedan incluidos todos los ambientes acuáticos continentales y la zona costera marina.
Los humedales son de suma importancia para las comunidades porque regulan los niveles de agua, previniendo inundaciones, estabilizan las costas, generan protección contra tormentas, depuran aguas y, son un gran reservorio de biodiversidad natural donde coexiste flora y fauna acuática. Pero, como si todo esto fuera poco brindan un amplio aporte con materiales útiles para las comunidades como ser madera, tabaco, plantas, etc.
El gran aporte de los humedales para la humanidad no es muy difundido, y aunque solo ocupan entre el 4 y el 6% de la superficie del planeta desempeñan un papel fundamental en la captación de carbono (C) de la atmósfera. Pueden captar el carbono gracias a que las plantas fijan el dióxido de Carbono (CO2) de la atmósfera y lo convierten en carbono orgánico. Se han reportado productividades de 0.4 hasta 32 mg de Carbono por hectárea por año para diferentes humedales. La saturación de agua en los suelos de humedales favorece la acumulación de carbono debido a que disminuye la velocidad de descomposición de la materia orgánica.
Las condiciones de descomposición de materia orgánica que conservan hace que sean ambientes emisores de gases como el Metano (CH4), que favorece el calentamiento global, sin embargo, la presencia de flora en estos ambientes determina que se tenga que estudiar cuidadosamente el balance entre el Carbono que absorbe el ecosistema junto con el Metano que emiten. El secuestro de Carbono de la atmósfera se hace mediante la captura de CO2 a través del proceso de fotosíntesis, y su posterior almacenamiento en un sistema de bacterias fotosintéticas, plantas, el océano, o el mismo suelo. La estabilidad, y por lo tanto el tiempo que el carbono se encuentra fijo a este sumidero varía dependiendo de la estabilidad del sumidero de Carbono, siendo el suelo uno de los más estables.
Los suelos ricos en Carbono pueden ser aprovechados para estabilizar la materia orgánica y así ser incorporado como un nutriente para la vegetación. Los suelos son considerados sanos y fértiles, ya que entregan nutrientes y tienen mejor estructura, mejor drenaje y se reducen efectos de erosión, consiguiendo que el Carbono se mantenga en el suelo, y alejado de la atmósfera, lo cual es un gran beneficio si consideramos el acelerado “cambio climático” que sufre nuestro planeta.
El esquema muestra cómo el dióxido de carbono proveniente de la atmósfera se fija en las plantas mediante el proceso de fotosíntesis. Los microorganismos descomponedores incorporan el C vegetal al suelo donde permanece hasta ser liberado en la respiración. El suelo saturado restringe la descomposición y promueve que el C se acumule en el suelo. La precipitación y la temperatura son dos parámetros externos que tienen efecto sobre el ciclo de carbono regulando los tiempos de captación. En forma simplificada el carbono y el metano son producidos en suelos aeróbicos, liberados al agua en la interface acuosa, para luego culminar en la atmósfera.
BIBLIOGRAFIA
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